jueves, 18 de febrero de 2021

FRANCISCO MIRALLES: El bailarín de los zares.

Muchos han sido los valencianos y valencianas que han dejado su huella y son hoy recordados con los más altos honores. Otros, sin embargo, y a pesar de haber hecho méritos extraordinarios, han caído en un injusto olvido.

En “Crónicas Valencianas” vamos a rescatar a uno de estos valencianos, un bailarín concretamente. Un valenciano que exhibió su talento innato para la danza ante el mismísimo Zar de Rusia.

Hablamos, en esta ocasión de Francisco Miralles: el bailarín de los zares.

En la calle de Sagunto, en el siglo XIX…

De los orígenes de nuestro protagonista conocemos que nació en el año  1871, en el seno de una humilde familia que vivía en la calle Murviedro, la actual calle de Sagunto. Dicha familia se dedicaba al comercio de lonas y utensilios de cáñamo, actividad que al pequeño Francisco no parecía atraerle mucho.

Porque lo que a Francisco Miralles le apasionaba era la danza, hacia la cual había mostrado un interés desmedido desde bien pequeñito, lo que motivó que comenzase a tomar sus primeras lecciones de baile.


Por aquel entonces, en Valencia existía una desmesurada afición por la música y el baile, y las danzas clásicas de todos los estilos y regiones eran enseñadas en academias por “mestres”  que utilizaban los más ingenuos y originales métodos para enseñar a sus alumnos.

Los comienzos como bailarín.

La revista Estampa, allá por 1929, recogía de la mano de Enrique Malboysson como eran aquellas primeras lecciones que nuestro protagonista tomaba. En las páginas de la revista, se narraba como e maestro, que empuñaba las castañuelas en todo momento, hacía sentar a su mujer en un ángulo de la estancia mientras que en otro punto de la sala clavaba una cartulina con la imagen de un santo a la pared. Los alumnos, alineados, empezaban a avanzar y retroceder mientras, al ritmo de una música tarareada y acompañada por el sonido de las castañuelas, inundaba la estancia. En determinado momento el mestre gritaba “¡Vista a la meua dona!” y los alumnos se giraban rítmicamente y sin perder el compás hacia la esposa del maestro. Con un “¡Vista al sant que està a la paret!” de nuevo los alumnos realizaban ese giro.

Una carrera meteórica.

Rosario Rodríguez, profesora del conservatorio Superior de Danza de Valencia y autora del libro “Pasos de baile para una leyenda” comenta que “Desde que Miralles se inició en la danza de la mano de maestros como Ramón Porta Ricart, en el ámbito de la tradicional, y de Vicente Moreno, en el de la académica, no dejó de triunfar”.

Y es que pronto, el talento de Miralles llamó la atención de las compañías de danza, como el propio bailarín relató a Estampa, pronto  fue reclamado “como primer bailarín del Rango Franco Español que recorrió las principales poblaciones de Europa. Después embarqué para las repúblicas del Norte y sur. De new York pasé a Finlandia y, últimamente a San Petersburgo”.

La fama como danzarín de Francisco Miralles pronto creció hasta el punto de bailar en diversas cortes como la española, la persa y la griega, pero, sin duda, fue en la Rusia Imperial uno de los lugares donde más reconocimiento tuvo.

Como el mismo declaró, en Rusia trabajó mucho y “El zar Nicolás y la zarina Alejandra Feodorovna , me distinguían mucho y me llevaban a su palacio con frecuencia”. Incluso llegó a enseñarle algunos pasos de baile al propio zarévich Alexei y llegó a conocer al siniestro Rasputín de quien dijo que “era un ser muy antipático. A todos los artistas que por expreso mandato de sus majestades los zares interveníamos en las fiestas palatinas, no tenía un odio feroz”

En Rusia, el bolero era el baile que más apreciaban y Miralles lo bailaba como nadie. Tanto es así, que muchas noches, después de hacer sus representaciones en el Teatro Imperial, era llevado a salones privados del mismo teatro para bailar ante personalidades de la alta sociedad rusa.

Finalmente, a raíz de la Revolución Rusa y el derrocamiento del Zar Nicolás, Miralles abandonó Rusia y se instaló a Paris donde dirigió reclamado por la Dirección de la Gran Opera y donde ya había cosechado un gran éxito en 1913 con su papel de Le bohémien en el espectáculo Dolly de Gabriel Fauré, justamente bajo la dirección del que sería director de la Opera de París, Jacques Rouché.

En la capital francesa fundaría una academia que pronto, y debido a su fama, se llenó de alumnos hasta el punto de tener que abrir dos más. No cabía duda que Francisco Miralles había triunfado y llegó a ser una de las más importantes figuras de la danza a comienzos del siglo XX.

Un valenciano exitoso pero, como muchos otros, caídos en el olvido. Sirvan estas líneas para recordar a un valenciano que, sin duda, llevó el nombre de nuestra tierra hasta la misma corte de los zares de Rusia.


© Carlos Montero Rocher

3 comentarios:

  1. Hay un error en el penúltimo párrafo, el siglo es el XX, no e XIX

    ResponderEliminar
  2. Hay un error en el penúltimo párrafo, el siglo es el XX, no e XIX

    ResponderEliminar

FRANCISCO MIRALLES: El bailarín de los zares.

Muchos han sido los valencianos y valencianas que han dejado su huella y son hoy recordados con los más altos honores. Otros, sin embargo, y...